Sunday, February 24, 2008

 
TERCER DOMINGO DE CUARESMA: SI CONOCIERAS TENDRÍAS AGUA VIVA. JUAN 4: 1-42.
ENCUENTRO DE JESUS CON LA SAMARITANA.


Habíamos tematizado el tiempo de CUARESMA: COMO SENDERO DE FELICIDAD. El evangelio de hoy nos hablará de la fuente de la felicidad y de por qué muchos hombres y mujeres no son felices. Veamos: el anciano maestro preguntó a sus discípulos: “¿Dónde podré encontrar a Dios?” El musulmán habló de la mezquita, el judío del muro de las lamentaciones; otro mencionó la naturaleza; el cristiano pensó en la misa de los domingos, un activista en el pobre y en el compromiso libertador, un espiritualista en la contemplación y en el silencio. Pero el maestro movía cada vez insatisfecho la cabeza, y al fin dijo: “encontrarás a Dios cuando le abras las puertas de tu corazón. Él está siempre esperando”. Y si todo esto es verdad por qué no somos felices si encontrar a Dios es el fin de nuestra existencia, la felicidad plena que da vida y calma toda sed o hambre. Una razón puede ser, porque Dios es espíritu y donde está el espíritu habita la libertad, la belleza, la bondad sin mayores racionalizaciones ni tergiversaciones.

El encuentro de Jesús con la Samaritana nos muestra la pedagogía divina para llevar a todo hombre y mujer a la felicidad plena, mediante el reconocimiento de quién es Jesús, quién es Dios cómo se revela y se lo encuentra y qué hace la persona que lo ha encontrado. El texto nos enseña cómo el no creyente, que no es el que no tiene fe, aquí la Samaritana como los judíos, como los discípulos dicen creer, pero no entienden ni reconocen la divinidad de Jesús, su Señorío y su gloria, pues lo ven muy cansado, tiene sed, eso es muy humano, logran identificarlo como un judío, eso es muy concreto, demasiado particular para ser un salvador universal, a lo mejor es un profeta, pues adivinó cuántos maridos tuvo la mujer que conversaba con él junto al pozo. La astucia pedagógica de Dios le permite ser paciente, busca que el hombre reaccione por sí mismo y reconozca la fuente de la verdad y la vida: YO SOY, el que habla contigo, ese Mesías esperado, anhelado por judíos y no judíos, pasa a una fe parcial, ya sé que tiene que venir. Así es, lo sabe, lo cree, pero muy abstractamente, por repetir formulas y ritos, por memorizar teorías y doctrinas, hasta que descubre que a Dios solo se lo puede adorar en espíritu y en verdad, y no en montes o templos. Despertó, cayó en la cuenta de quién era el Señor y corrió a contagiar a otros de haber encontrado la felicidad.
Muchas personas se quejan de no ser felices por su idea de felicidad que no calma su sed… sed insaciable de querer o creer que el poseer, el tener o el placer es su sinónimo. Otras veces, por una falsa idea de Dios, que oprime, que dicta leyes, manda castigo, exige más de lo que podemos dar. Qué lejos estamos del Dios de Jesús que promete agua de vida, pero para eso hay que caer en la cuenta de lo mínimo si supiéramos cómo es Dios y quién es Dios. Y el Dios de Jesús busca la intimidad del ser humano, hablar de lo esencial de la vida, conquistar su amor, es la imagen de Jesús junto al pozo, y tan detallista, que como buen enamorado se acuerda de la hora exacta de aquel encuentro, era cerca del medio día, igual que en el calvario cuando gritó a viva voz, tengo sed, que solo el Padre eterno podría calmar, hoy busca en el encuentro con lo femenino la felicidad verdadera que da vida, como lo da una mujer, pero esta vez predicando el mensaje, la palabra de Dios que anima y recrea, que contagia y convoca. Ya no creemos porque otro nos ha contado sino porque nosotros mismo lo hemos oído.
Que el Señor nos ayude a seguir caminando para encontrar la felicidad verdadera y esta no se hallará en ritos ni fórmulas sino en la libertad verdadera, en reconocimiento que el otro, el distinto me puede revelar lo divino, y lo divino no es humillar, tenías cinco marido, sino dar otra oportunidad, ha dicho mi verdad y me invita a estar cerca suyo, como un amigo o amiga íntimo. Así sea.



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