Sunday, November 18, 2007

 
"TODO SERÁ DESTRUIDO" Lc 21: 5-19.
Domingo XXXIII del T.O

Hemos llegado al fin del año litúrgico, a la última parte del evangelio de Lucas, al final del viaje de Jesús, su actividad apostólica acaba en Jerusalén, en el templo, y no solo eso, también profetiza que toda esa belleza que una construcción majestuosa produce será destruida. ¿Qué mismo es lo que será destruido, pues templos majestuosos siguen existiendo? ¿Cuál es la intención de la predica y actividad de Jesús cuando al final de su viaje, cerca del fin de su vida, nos dice que TODO SRÁ DESTRUIDO? A lo mejor un relato de Tonny de Mello nos ayude a comprender la acción de Jesús y cuál debe ser nuestra motivación religiosa:

“A pesar de toda su santidad, el Maestro daba una cierta impresión de oponerse a la religión. Esto era algo que desconcertaba siempre a los discípulos, los cuales, a diferencia del Maestro equiparaban religión y espiritualidad.
Tal como hoy es practicada, la religión se refiere fundamentalmente a castigos y recompensas. En otras palabras, produce temor y avidez, las dos cosas que más destruyen la espiritualidad. Y más tarde añadió con tristeza: es algo así como tratar de combatir una inundación con agua, o como pretender apagar un incendio con fuego.”

Toda la vida de Jesús fue y es un tratar de enseñarnos a relacionarnos con Dios, a buscar verdaderamente dónde está su gloria, en qué consiste su belleza. Al final de su viaje ni los suyos ni sus enemigos lo entendieron. Su mensaje permanece, y como dice al final de este evangelio. “El que persevere se salvará.” La salvación no consiste en el producto de nuestras obras, cumplimientos de ritos o leyes. Nuestras acciones son reflejos de nuestra belleza interior que irradia su bondad al caminar, vivir y compartir. La salvación es el producto del amor gratuito e incondicional de Dios que quiere hombres y mujeres libres y felices, no vasallos, ni angustiados, preocupados por lo transitorio y efímero. Lo definitivo es caminar en la historia con esperanza, sin temor ni angustia, sino con fe, sabiendo que la terrible noche oscura de la injusticia, miseria, ignorancia, analfabetismo funcional, migración y ruptura familiar no es el todo de nuestra existencia. La historia se transformará, desde la acción de Dios; y desde los que saben leer sus signos y señales de amor. La fe invita a pensar en lo definitivo, y lo definitivo es el amor que nunca falla. Así sea.

Sunday, November 04, 2007

 
"HOY HA LLEGADO LA SALVACIÓN A ESTA CASA." Lc19:1-10.
Domingo XXXI del T.O

HOY ha llegado la salvación, por lo general los creyentes pensamos que la salvación será para después de nuestra existencia terrena, anhelamos un más allá con desmedro del más acá. El evangelio nos recuerda la misión de Jesús, ayer, hoy y siempre: ofrecer la misericordia, brindar oportunidades ¿cuándo? –apenas nos encontremos con la mirada del Señor, apenas nos pongamos en búsqueda. El relato de hoy es una de las piezas magistrales del narrador Lucas. En un fragmento se puede ver el todo de su teología, y como dice uno de los expertos: “no se puede leer este pasaje sin tener en cuenta las alusiones y sugerencias que han sido expresadas en cualquier parte del evangelio de Lucas: elementos de la predicación ética de Juan el Bautista (Lc 3:10; la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos 18:9-14; el magistrado rico 18:18-23. Zaqueo es visto como el rico que entregará todo para encontrar la felicidad. El dejar todo para seguir al maestro, característica del discipulado. Especial cuidado para comprender la teología de Lucas es que este episodio sigue a continuación de la curación de un ciego antes de entrar a Jericó. Zaqueo desea ver a Jesús, y en Jericó Jesús ve a Zaqueo. Cerca del final de su camino a Jerusalén, nos muestra el mensaje perenne de Jesús: rescatar, integrar lo que estaba perdido.” (J. Fitzmyer:1985)

¿DÓNDE? ¿dónde se encuentra la salvación? Explotando el simbolismo de Lucas, la salvación no se encuentra en la institución israelita, representada en el árbol al que se sube el pequeño Zaqueo, el sicomoro, árbol tipo de la fertilidad. Se encuentra en la cotidianidad y en el calor del hogar, donde hay cariño, donde me relaciono desde la verdad de mi vida, sin máscara ni etiquetas, en la CASA, no en el templo, no en lo meramente sagrado. Lástima que estemos lejos de aprender esta lección, pues la mayoría preferimos encontrar la salvación en lo extraordinario y majestuoso, que en lo ordinario y sencillo.
¿ A QUÍEN? ¿a quién se ofrece la salvación? Al que estaba perdido, un hombre rico, jefe de los recaudadores de impuestos. Un funcionario público que ha hecho fortuna explotando su posición y aprovechándose del cargo. Lo peor de lo peor desde la justicia social. Sin embargo la mirada misericordiosa de Jesús invita a la integración, no lo rechaza, le da una oportunidad. ¿CÓMO? ¿Cómo conseguir la salvación? Evidentemente no a través de la riqueza, este es el gran obstáculo para conseguirla. Zaqueo, hombre rico, se siente infeliz, no solo porque es bajo de estatura que no puede conseguir los que otros sí lo pueden hacer, sino por la bajeza espiritual de no sentirse feliz con lo que posee. Ha escuchado algo sobre Jesús, intuye que trae algo que ofrecer y que es digno de conocer. Por eso se pone en búsqueda y al final es encontrado más que encontrar. Jesús lo vio y llamó, lo consideró “Hijo de Abraham,” le dio identidad y pertenencia, lo integró en su proyecto. No sabemos qué hablaron Jesús y Zaqueo en casa de este. Lo cierto es que debió ser algo que le cambió la vida a Zaqueo y este entendió que para amar hay que compartir. Esto es salvación, esto es la felicidad. Hoy existen muchas teorías que intentan explicar el “todo de la realidad.” Su búsqueda continúa, pero imposible reducir el todo a cuestiones físicas o matemáticas. Como dice un científico: “Poco me importa la inmensidad de los espacios cósmicos llenos de polvo sideral, de gravitrones, electrones, neutrinos y átomos, si mi corazón es infeliz por no poder dar amor a quien amo, por haber perdido el sentido de la vida y no encontrar consuelo junto a Dios.” (John Barrow). A lo mejor un místico nos ayude a encontrar el todo desde la parte cuando podamos: “ver el mundo en un grano de arena/ y el paraíso en una flor del campo/, albergar el infinito en la palma de la mano/ y la eternidad en una hora.” (Willian Blake +1827). Así es la mirada de Jesús. Amén.


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