Sunday, July 22, 2007

 
¿Qué es lo que nos preocupa? Lc 10: 38-42

¿QUÉ ES LO QUE NOS INQUIETA? La pregunta en la sociedad actual, unos la llaman moderna, otros posmoderna, etc. Tiene muchos matices. Un catedrático universitario nos daría una gran disertación sobre los grandes problemas culturales que hoy se están presentando, dependiendo su especialización acentuaría los temas económicos, políticos, sociales, ecológicos o tecnológicos etc. Un político de nuestro país, cerca ya de una asamblea constituyente repetiría lo que siempre se ha dicho y haría lo que siempre se ha hecho, total el país seguirá destruyéndose, nuestros compatriotas migrando, nuestras familias descomponiéndose. En el pasaje de Marta y María la sentencia de Jesús a la atareada Marta cobra urgencia e importancia indisociable, para el creyente común que sufre todos los días, en especial para la mayoría del pueblo necesitado, la fe en Jesús debe dar una respuesta al contexto que estamos viviendo. Y esta respuesta será integral, total o no será nada, no dará la respuesta cualificada a los grandes problemas de hoy. La fe es concreta.

ACOGER A JESÚS: recordemos que estamos siguiendo el evangelio de Lucas, que estamos en la sección central, “camino a Jerusalén,” en donde Jesús está formando a sus discípulos y discípulas. Propagando el reino de Dios con hechos y palabras: curando, haciendo pensar en las actitudes de misericordia, desprendimiento, etc. Hoy de manera especial se presenta Jesús en la casa de sus amigos y amigas, Marta y María, hermanas de Lázaro. Por lo tanto, acoger a Jesús, significa encontrarse con él, sentirlo como amigo, hermano y compañero a quien uno le abra las puertas de su casa, pero sobre todo del corazón. Este es el tema central, a mi modo de ver, y no solo el de la hospitalidad, acción o contemplación. Nadie logrará su meta, sus objetivos si no sabe disfrutar de la buena compañía, de las caricias en las atenciones personales. Marta atendía al Señor en el servicio, como dueña y señora de la casa. María estaba atenta a las palabras de Jesús, privilegio de los discípulos y discípulas. El Señor requiere de todas nuestras cualidades, cada uno da lo que mejor pueda al servicio del proyecto total.
SER DISCÍPULO Y DISCÍPULA HOY: el gran desafío para el creyente actual, no es saber quién es el que más reza o el qué hace cosas, sino el que sabe vivir a plenitud. Y nadie podrá contentarse con un cristianismo que no colabore en las soluciones a los grandes problemas que hoy nos aquejan. Mientras el mundo esté como esté será difícil valorar la calidad de nuestra oración o fe. El verdadero discípulo busca soluciones; y la escucha atenta de la palabra de Dios nos llevará a atender a las necesidades de los que más sufren, de los que hoy esperan encontrarse verdaderamente con el cariño, el cuidado y el rostro de un hermano, quien sepa disfrutar de un encuentro personal, lleno de silencio y de detalles, de la belleza de una amistad, de la fe. Entonces el rol de la mujer en la iglesia y sociedad no será un problema.

EL BALANCE NECESARIO: un joven inquieto buscaba al gran gurú que podría darle la fórmula de la paz. Cuando encontró al hombre sabio. Este lo mando a darse una vuelta por los jardines del palacio, pero sosteniendo una cuchara de aceite en sus manos pidiéndole que no lo riegue. El joven regresó y con el aceite en la cuchara. Pero no había disfrutado nada del jardín. El maestro lo mandó de vuelta a hacer lo mismo. Esta vez el joven cayó en la cuenta de la belleza del jardín, pero sin el aceite en la cuchara. La verdadera plenitud se dará cuando se balancee las dos cosas, la acción y la contemplación, lo urgente y lo importante. Ojalá que nos demos cuenta y no sea tarde ¿qué es lo que verdaderamente nos inquieta? ¿qué es lo urgente?

Sunday, July 15, 2007

 
ANDA, Y HAZ TÚ LO MISMO Lc 10: 25 -37. D.XV del T.O

Hoy se nos narra el encuentro de Jesús con un hombre bueno, profesional de la religión y de las buenas costumbres, un doctor de la ley, llama el evangelio. Este hombre bueno cayó en las contradicciones de los seres humanos, no fue sincero ante Jesús, y su pregunta que es real y verdadera, nació de un corazón enredado en las cosas accidentales y quiere que su oponente falsee la verdad. Jesús no cayó en la trampa. La pregunta que hizo el doctor de la ley, es una de las preguntas esenciales de cualquier ser humano que vea la vida con sentido, que desee trascender más allá de la finitud: ¿qué tengo que hacer para obtener la vida eterna? Es la pregunta por el sentido total de la vida. Lo que hasta el día de hoy había vivido no lo llenaba, no le dada esa felicidad, esa justicia y esa dicha de sentirse plenamente lleno, plenamente realizado. Jesús le dará la pauta esencial, ya que la pregunta no es teórica, es netamente practica, buscar a Dios es practicar la verdad, seguirlo es una acción y no una teoría.
¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna? Esa es la pregunta del millón. Jesús en vez de repudiarlo por su falta de sinceridad, lo lleva mediante lo que hoy se conoce como el diálogo socrático, hacia lo más profundo de su interior, a buscar una respuesta en lo que ha vivido, en lo que había recibido, en su interior. El doctor de la ley contesta con correcta sabiduría. La religión tradicional nos ha trasmitido lo mejor de su doctrina: amar a Dios es la finalidad de una relación personal, esa es la opción fundamental que nos recuerda el Deuteronomio (6: 4-5; 30: 10-14) y nos recalca, con todo el corazón, con toda el alma. Pero la misma tradición, recuerda que la verdadera religión se practica no se teoriza, por ello, el mismo doctor de la ley, recuerda, la condicional esencial sin la cual no se cumple esa alabanza al Señor: “y al prójimo como a ti mismo,” ya nos lo decía el libro del Levítico ( 19:18). Esto lo sabía perfectamente el doctor de la ley. Tenía muy clara la teoría de lo que es una buena doctrina religiosa. Pero su práctica religiosa era oscura, no sabía la respuesta a la pregunta esencial que él mismo había formulado. Su relación con Dios se divorciaba de su relación con el prójimo, pues no sabía quién era su prójimo. No sabía lo obvio. El que pretendió confundir a Jesús, terminó confundido ante la claridad de la argumentación del verdadero maestro que nos lleva a lo más profundo de nosotros mismos para darnos cuenta que: Dios está más íntimo que lo íntimo mío. Pero ese Dios interior solo es verificado en la relación con la realidad, en la praxis de las convicciones interiores que cohesionan nuestras vidas.
Surge así la parábola del buen samaritano, que no es un cuento con una bonita enseñanza. Es la interpelación a la falsa religión, a la de los sacerdotes y levitas (ayudantes en el culto oficial) que piensan que a Dios solo hay que alabarlo y no reconocerlo en el ser humano. Y no solo en el más cercano, en el de mi tierra, raza o religión, sino en aquel que no es de los míos, en el enemigo, en el caído, en el necesitado. El samaritano nos abre las puertas a la verdadera religión, uno que no cree lo que nosotros creemos, practica lo que nosotros profesamos. El herido nos revela el Dios verdadero que vive en nuestro interior. Dios es amor y nuestra religión es la praxis del amor.
Cuentan que un sacerdote ordenó a su diácono que reuniera a diez hombres para rezar por la curación de un enfermo. Cuando todos estuvieron reunidos, alguien susurró al oído del sacerdote: Hay algunos conocidos ladrones entre los hombres. ¡Tanto mejor!, dijo el sacerdote. Si las puertas de la Misericordia están cerradas, ellos serán los expertos que las abran. ¡Ve y haz tú lo mismo!

 
COMENZAMOS A COMPARTIR DESDE PORTOVIEJO PROVINCIA DE MANABÍ ECUADOR REFLEXIONES DE LA VIDA PARA LA VIDA.
TIEMPO C, ORDINARIO, JULIO 2007.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?