Sunday, March 02, 2008

 
¿DE DÓNDE VIENE? Jn 9: 1-41

¿DE DONDE? Hoy deseo reflexionar desde este pronombre interrogativo, pues ayuda a plantearse una de las grandes preguntas capitales de la vida. ¿De dónde vengo y a dónde voy? Las personas que logren visualizar las respuestas, son felices. Me consta.

El gran rechazo que provocó el actuar de Jesús, es que “los judíos”, pueblo concreto que representará a cualquier raza, pueblo o nación, no vea de dónde viene. Lo lamentable es que estamos hablando de personas piadosas que guiaban sus actos, según ellos, de acuerdo a la voluntad de Dios. He allí la paradoja: dicen ver, pero no ven. Y es la mayor causa de infelicidad en nuestro planeta, pues, como dice el proverbio: cuando el ojo no está bloqueado el resultado es la visión, cuando la mente no está bloqueada el resultado es la sabiduría, cuando el espíritu no está bloqueado el resultado es el amor. Y esto fue lo que las personas religiosas del tiempo de Jesús no reconocieron, y el evangelio de hoy, nos dice que un ciego es el que logró ver, no por el milagro en sí, al cual apenas se le dedican tres versículos, sino por la “iluminación” que recibió al caer en la cuenta poco a poco de reconocer en realidad quién era el que le hizo el milagro, lo que lleva treinta y tres versículos: “jamás se ha oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder.” Jesús es, en expresión del padre Moight, “el Hombre que venía de Dios, no solo el Hijo de Dios que lo podemos reconocer después de la resurrección, sino el Hombre, Hijo de Hombre que nos enseña el camino de lo humano, para revelar lo divino. El resultado de tal reconocimiento es la ruptura con las tradiciones que bloquean el espíritu, la mente o la visión, la expulsión de su comunidad grupal, para abrirse a la totalidad, la adoración al Dios auténtico, al que da vida y libera de toda opresión: “Creo Señor, y postrándose, lo adoró”.
Por lo tanto el de dónde es la interrogación fundamental para reconocer verdaderamente de dónde viene nuestra auténtica felicidad. Es la primera pregunta que le hacen a Jesús en el evangelio de Juan: “Maestro dónde habitas” (1:38) y es la última pregunta para seguir buscando esa felicidad, como nos enseña María Magdalena: ¿dónde han puesto su cuerpo? (20:15) No reconoce aún al Señor Resucitado su nueva forma de estar con nosotros. Conocer de dónde viene Jesús, es conocer quién es, conocer dónde vive es estar con él, y conocer dónde va es seguirlo. He allí el itinerario de nuestra felicidad, para ello debemos desprogramarnos, es lo que nos enseña una anécdota, “qué tiempo cree usted que va a hacer. El que yo quiero. ¿Cómo lo sabe usted? Cuando descubrí que no siempre puedo tener lo que quiero, aprendí a valorar lo que tengo. Por eso hará el tiempo que yo quiero.” La felicidad y la desdicha no dependen de la naturaleza de los acontecimientos, sino de cómo yo los afronto. Que así sea.

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