Sunday, September 09, 2007

 
"UNA MUCHEDUMBRE SEGUÍA A JESÚS." Lc14:16-22. XXIII T.O

¿MASAS O MINORÍAS? ¿En dónde está la identidad cristiana? No hay duda que el deseo de Dios es de ser padre y madre de todos sus hijos, por algo decimos que nos creó a todos a su imagen y semejanza. Pero esta realidad divina tan cierta, qué poco efecto tiene en la cotidianidad de nuestra historia, sobre todo cuando se maltrata a tantas personas que no poseen los bienes mínimos que nuestra civilización hoy produce: el aumento discriminatorio entre los que tiene y no tienen para vivir dignamente, el 1% de la población ecuatoriana apenas tiene acceso a internet. Y si preguntamos a la gran cantidad de católicos que rompen sus compromisos bautismales, matrimoniales, sus buenas intenciones que proclaman sus certificados sacramentales qué poco contento se debe sentir el Creador que una muchedumbre que lo alaba y adore en los grandes momentos de expresión de fe o necesidad, pero que reduzca significa la identidad cristiana solo a símbolos cultuales. ¿El cristianismo es para masas o para minorías? ¿Es para una élite que pueda acceder a los cada vez más sofisticados y costosos cursos de biblia, ejercicios espirituales o cursos de teología y espiritualidad que se dan por doquier como método de evangelización? Masas y minorías no es una alternativa. Toda la historia se juega en esa dialéctica. La democracia es el gobierno del pueblo, pero solo un grupo pequeño bien preparado lo debe representar. Y si hoy brillan por la ausencia los mejores que deben gobernarnos y se apoderan del aparato estatal los más malos o mediocres. La mayoría sabrá ubicarlos. Nos necesitamos unos a otros. Pero la reflexión, motivación será una práctica de pocos que empuje a la autocrítica de la masa. Hoy Jesús nos invita a “sentarnos a pensar,” no solo si podemos construir una torre o enfrentar al enemigo, sino en la identidad cristiana y en las exigencias que ello conlleva, pues, está predicando el Reino y esto es tarea de todos, cuya estrategia será fomentar grupos pequeños de discípulos y discípulas que quieran amar, soñar a lo grande, lo que en la práctica lo harán pocos, los discípulos.
¿Queremos ser discípulos de Jesús? O ¿Nos contentamos con los certificados sacramentales o buenas intenciones? Esta es la pregunta que hoy Jesús realiza de forma afirmativa: “si quieres ser mi discípulo carga con tu cruz.” Es muy parecida a la pregunta que se hace todo hombre o mujer antes de hacer la opción de su vida en un compromiso matrimonial: ¿me amas? ¿Eres capaz de amarme hasta la muerte? Muchos hemos oído un sí rotundo. Y muchos hemos visto un no puedo, no pude cortante, sangrante. Hoy Jesús nos recuerda claramente para ser discípulo de Jesús, para ser cristiano no bastan los buenos deseos hay que optar y ser coherente, para ello hay que subordinar todo al proyecto del Reino de Dios, hay que enfrentar los conflictos y desafíos de la realidad y hay que renunciar a todo… esta es la sabiduría de la entrega de quien sabe que los designios de Dios son misterio, pero posible de vivir. El abandono ante la confianza de un amor que no falla es la apuesta creyente, por eso damos el salto, por eso caminamos en fe.

En la fiesta de san Pedro Claver, SJ aquel sacerdote que en el siglo XVII se dedicó a servir, curar y catequizar a los esclavos negros que venían de África, es decir hizo lo que le pedía Pablo a Filemón tratar como hermano a los pobres, nos muestra el modelo concreto de lo que es ser cristiano, el Señor nos ayude a caminar con esperanza. Las exigencias de hoy solo son posibles para los que saben amar y se sientan a pensar las mejores estrategias para el fin: ser discípulos.

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