Sunday, August 12, 2007

 
PARA VIVIR HAY QUE ESTAR DESPIERTOS. Lc 12:32-48. D. XIX. T.O

La semana pasada nos preguntábamos qué es la vida a la luz de las enseñanzas de Jesús. Hoy el evangelio nos da unos consejos para vivir sabiamente, para vivir con sentido en el aquí y ahora que nos ha tocado existir. Apuntando al final: es decir, saber dónde ponemos el corazón, no ponerlo en la codicia, sino en la confianza de un Dios que no nos abandonará: no temas rebañito mío. El Señor nos señala la estrategia eficaz de no olvidarnos del presente, de no vivir angustiados por el pasado ni por el futuro, viviendo el presente, no solo debemos encontrarnos con el Señor, sino gozar del Señor, “porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino.” Para ello debemos vivir responsablemente.

Sin embargo, la gran mayoría vive atemorizada por el futuro: ¿Qué será de nosotros? ¿cómo pagar mis deudas? ¿cómo tener más? O angustiada por el pasado: ¡perdí el tren, el avión, el bus! ¡Mis padres me dieron lo mejor y yo qué! La gran mayoría vive mecánicamente, llenos de prejuicios, deprimidos, marionetas de las circunstancias, controladas a distancia: celulares, ciberespacio, etc. Hoy Jesús nos invita a estar despiertos, vigilantes, a ser uno mismo, a estar vivos, a vivir el presente y a disfrutarlo, para ello nos hace pensar comparándonos con tres tipos distintos de personas, que nuestra sociedad fácil a poner etiquetas los llama clases de seres humanos: ser como los criados, prontos a servir a su amo. Ser como los amos vigilantes a cuidar sus bienes, y a sorprender a sus sirvientes. Ser como los administradores astutos, eficaces y eficientes por ser fieles y prudentes, cumplen con su deber esté o no esté el jefe.
Vivir despiertos o vigilantes es saber estar vivos. Y estar vivos es ser uno mismo, ser ahora y estar aquí (Tonny de Mello, sj). Es como el hijo de un gran maestro que ante el comentario que le hicieron: usted es muy distinto que su padre, respondió, al contrario, soy exactamente igual que mi padre, mi padre nunca imitaba a nadie, yo no imito a nadie. Estar vivo es ser único, desprenderse de las voces ajenas y del control remoto. Ser ahora significa desprenderse del pasado y del futuro como angustia y vivir el presente como don. No ser como los turistas que apenas llegan al sitio deseado ya planean su regreso. Poco disfrutan. Desprenderse de la cultura del mañana: mañana seré feliz, seré otro. ¡No! Es ahora. La vida no es una idea. Dios no es una idea. La vida es experiencia. Dios es experimentable. Mucha gente preguntaba al gurú ¿cómo consiguió la iluminación? Este respondió, cuando como, como, cuando miro, miro, cuando escucho, escucho.
Jesús no es un simple filósofo vitalista, estoico, existencialista o fenomenólogo, cualquier etiqueta que queramos poner. Jesús se revela como “el Hijo del Hombre,” quien nos muestra la grandeza de lo pequeño, el ser humano puede ser siervo, amo o administrador. Como la inmensidad del amor de Dios, pues ese siervo, amo o administrador es el mismo Jesús que nos ha manifestado de muchas maneras que Dios nos quiere: rebañito mío, nos dijo al inicio. Nosotros nos quedamos en la idea de rebaño y no en el cariño del pastor.

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