Sunday, August 12, 2007

 
ORAR ES PEDIR-BUSCAR-TOCAR. Lc 11: 1-13. D. XVII
DIFICULTADES: Es común en escuchar a creyentes de gran corazón, de constante asistencia a misa, etc. La gran dificultad que tienen para orar. Para muchos es una odisea. Otros creen saber con gran certeza, y lo que hacen es pedir, pedir sin gozar ni cambiar la vida. Lo cierto es que lo más importante en la vida de fe, suele ser un problema, un privilegio o lo menos practicado en la cotidianidad de nuestras vidas. Esta dificultad hace que reflexionemos sobre cómo creemos que podemos sostenernos en esta existencia nada fácil, a la vez que maravillosa. La dificultad es termómetro de calidad, medirá nuestra capacidad de superación, nuestro coraje.

¿Qué? ¿Cómo? Y ¿Por qué Orar? Las lecturas de hoy son un tratado de oración. Alguno llama un taller de oración. Comienza el evangelio mostrándonos que Jesús, el Hijo de Dios, Dios y hombre verdadero, oraba, como de costumbre. Es interesante cómo el evangelio de Lucas es el que más veces nos muestra a Jesús orando, y comiendo. Lo más sagrado y lo más profano, Jesús lo practicaba como algo natural y esencial para su existencia. La vida integral. ¿Qué es orar? Muchas definiciones nos han dado los santos, los místicos, etc. Hoy Jesús nos enseña que orar no es solo hablarle a Dios, sino hablar con Dios, como un amigo habla con otro amigo (Abraham en la primera lectura intercediendo por Sodoma y Gomorra), “El amigo inoportuno,” en el evangelio. Y qué es lo que tenemos que orar eso es lo que muchos no lo tienen claro, pues si el mismo Señor nos enseña que hay que pedir lo elemental, aquello que necesitamos para vivir: pan, perdón y libertad, muchos se quedan en lo primero, y no llegan a lo primordial, a la fuente. Hoy nos lo muestra con claridad ¿qué es lo que necesariamente debemos pedir? ¿Cómo orar? El evangelio nos enseña que Jesús estaba solo, apartado, al mismo tiempo abierto, visible, los discípulos lo encuentra y enseña los deseos, las actitudes y las peticiones que un creyente necesita para vivir en plenitud. Pero hoy me inquieta el preguntar ¿Por qué oraba Jesús? ¿Por qué tenía necesidad de orar, si era Dios, el Hijo de Dios, el Mesías, si lo podía todo? La única respuesta que encuentro es que el poder y eficacia de Jesús estaba en el amor al Padre, y amar es comunicar, dialogar desde lo más íntimo. Y quien no mantiene esa relación con la fuente perece, no da vida.
Las ACTITUDES PRIMORDIALES: La revolución de Jesús no fue que destruyó lo antiguo para hacer surgir algo totalmente nuevo, sino que profundizó en lo antiguo para hacer surgir lo nuevo. Todas las religiones oraban a Dios, pero Jesús nos enseñó a llamarlo Padre y Nuestro, en plural. El Dios se hizo cercano, lo lejano se pudo tocar, porque se buscó y pidió. Por ello, la CONFIANZA no es ingenua, ni irrealista, se basa en la perseverante búsqueda, en la insistencia inoportuna y en tocar lo esencial de la vida que no será solo el pan, el perdón o la libertad, sino el don del Espíritu, la posibilidad real de tocar lo invisible, de encontrar lo inesperado. Un amor concreto de quien sabe que siendo malo no da piedra en vez de pan, culebra en vez de pez o escorpión en vez de huevo, sino que somos capaces de lo mayor, del mismo Dios.
LA ORACIÓN DEL ALFABETO: un campesino muy sencillo le tocó su hora de hacer oración. Se había olvidado su libro, que el misionero le había regalado con las fórmulas de la oración eficaz. El campesino dijo: ¡Señor, como no tengo mi libro eficaz, te rezo el alfabeto tres veces y forma tú las peticiones que veas conveniente¡ El Señor, Dios, comentó con sus ángeles. Esto sí que es eficaz.

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