Sunday, August 19, 2007

 
"NO HE VENIDO A TRAER LA PAZ." Lc 12: 49-53


CONTRASTES: en navidad y epifanía es hermoso, emocionante escuchar el mensaje que al mismo tiempo son nuestros anhelos: noche de paz, noche de amor. “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad.” Cuántas veces hemos escuchado a Jesús ofrecer la otra mejilla, guardar la espada, amar a los enemigos. La buena nueva del mensaje cristiano está llena de Paz y esperanza. Pero hoy, cerca de Jerusalén, el lugar de la pasión, se nos presenta las emociones más profundas de Jesús. El mismo personaje de la navidad, hoy, en la vida diaria nos interpela por nuestra comodidad, o por nuestra facilidad de cambiar, endulzar el mensaje cristiano: NO HE VENIDO A TRAER PAZ, SINO LA DIVISIÓN. ¡CÓMO DESEO QUE ARDA!

¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE AMAMOS? Para comprender a Jesús nos puede ayudar esta historia sencilla de una pregunta que todos anhelamos. Le preguntaron un día al maestro: ¿cómo se puede encontrar a Dios en la acción?
Y el maestro respondió: Amando la acción incondicionalmente, con independencia del fruto que pueda producir. Al ver que esto resultaba un tanto oscuro para los discípulos, les contó el caso de aquel hombre que compró un cuadro por un millón de dólares e hizo enmarcar la factura.
Lo que realmente amaba no era el arte, dijo el Maestro, sino el prestigio.

LA ALTERNATIVA CRISTIANA. Ser cristiano no puede ser una simple tradición, lo soy porque me bautizaron de pequeño sin mi permiso. Ser cristiano es una opción, decido ser y seguir a Cristo, no como un héroe un extraterrestre sino como el modelo humano de ser más y mejor, como el amor incondicional de Dios que se hace hombre para manifestarnos el camino a la vida verdadera. Por ello, el evangelio de hoy nos debe invitar a pensar ¿realmente, qué es lo que amamos? Pues si decimos que amamos a Jesús y nos quedamos contentos con el mundo tal cual como está. Estamos lejos del cristianismo auténtico. Hoy se nos recuerda que la verdadera paz no es una ilusión, no es la paz a cualquier precio es la paz que armoniza los contrarios que sabe vivir en la tensión de las realidades cotidianas en donde se juegan los verdaderos valores. La paz es fruto de la justicia, para que haya paz tiene que haber justicia. También hoy se nos recuerda que el mero hecho de bautizarnos no nos garantiza la identidad cristiana, esta se juega en nuestras pasiones, emociones e ideales y como Jesús, que lleno de pasión deseaba que arda ya lo que en el bautizo se proclama: que seamos de verdad hijos e hijas de Dios, padre y madre común de todos y todas. Para ello, hay que proclamar abiertamente el Reino de Dios y su justicia. Por lo tanto la alternativa cristiana es: O ser fieles a Cristo O encerrarnos en nuestros miedos o egoísmo. O vivir un cristianismo auténtico. O endulzar el mensaje cristiano para tapar nuestros miedos o miserias. ¿qué es lo que realmente amamos El Dios de Jesús o el Dios que me invento? No hay identidad sin misión. Amén.

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