Friday, February 02, 2007

 
SERÁS PESCADOR (Lc 5: 1-11)

LA VERDAD del relato del evangelio de hoy está conectada con lo que hemos venido reflexionando. Cuando leíamos Lc 1: 1-21 titulábamos esa reflexión “para que veas la verdad.” Luego, cuando leíamos Lc 4:21-30 veíamos que esa verdad era rechazada. El relato de hoy nos habla de la verdad primera de Pedro: “Soy pecador”, pero también de su verdad profunda al encontrarse con la Palabra de Dios revelada en Jesús: “serás pescador de hombre.” Cada vez que leemos o escuchamos un relato evangélico lo importante no es solo mi verdad, la verdad de mi pueblo, sino la verdad de Dios que se revela en cada encuentro con su palabra hoy. Sin embargo los seres humanos y en especial los cristianos aún no descubrimos todas las posibilidades de la verdad de nuestra vida y de nuestra historia que no solo es lo que se nos revelan en nuestros actos ni en nuestras tradiciones. La verdad acontece, pero para que acontezca debo superar la miopía de mi mirada, la sordera de mi existencia y superar la dialéctica pecador-pescador, de lo negativo y lo positivo, del bien y del mal.

PECADOR-PESCADOR. Las tres lecturas de hoy nos hablan sobre la verdad del creyente, del hombre bíblico: “soy impuro” se reconocía Isaías y vivía en medio de un pueblo de labios impuros. Esta dura realidad, nada ingenua, estructura lo que hoy conocemos como el sistema de la religión judía, que la Iglesia católica lo sigue en mucho. Esta verdad es parcial, aunque real. Ha dado pie al rechazo de la religión cuando no al ateísmo, como decía Feuerbach, “si para adorar a Dios el hombre debe humillarse, es preferible no creer en Dios.” Pocos, como los santos, han desarrollado la antropología paulina, nada ingenua ni angelical, quien reconociendo su indignidad y su extraño nacimiento al cristianismo, como un aborto, llega a la máxima expresión de sus posibilidades después de recorrer el mundo en que vivía y construir y consolidar comunidades y proyectos en torno a la Palabra, llega a decir: “por la gracia de Dios soy lo que soy.” (Segunda lectura). Dios “necesita” de nosotros como nosotros de él. La verdad es recíproca, es desvelamiento de lo más profundo de nuestro ser, su negatividad como su posibilidad. La verdad de Pedro en el evangelio de hoy, que era un excelente pescador, quien había pasado la noche en su dura jornada de trabajo, juntos con sus demás compañeros se desvela cuando logra oír, confiar y seguir una palabra que solo la encontró cuando volvió a darse otra oportunidad, volver a intentar pescar, y cuando “remó mar adentro,” no se quedó en la orilla de la vida sino que se sumergió a las profanidades del amor que no falla cuando se encontró con Jesús y se dejó llevar por el poder de una palabra que atraía a la multitud, como en el principio del relato, pero que solo cuando se recibe en un encuentro personal, como el de Pedro y Jesús, producirá frutos y en abundancia, la pesca y el futuro “pescador de hombres.”

LA VERDADERA IMAGEN DE DIOS: cuando oro, cuando leo la Biblia, cuando hablo o comparto mi fe debo caer en la cuenta de la verdadera imagen de Dios, de mis limitaciones como las posibilidades, y como dijo un teólogo de nuestro tiempo: “Todos, de algún modo, hemos hecho a Dios a nuestra medida: si las cosas nos salen bien, Dios nos quiere y nos bendice; si nos salen mal, Dios nos abandona y castiga. Jesús, tu Dios, tu Padre y nuestro Padre no es, en efecto, nada religioso, porque si la religión es pensar y servir a Dios, el Abba (el Padre) de Jesús no piensa en sí mismo ni busca ser servido. El piensa en nosotros y busca exclusivamente nuestro bien: no quiere siervos, ni desea incensarios, que proclamen su gloria. Nos busca a nosotros, desea nuestra existencia y nuestra felicidad.” (Andrés Torres Queiruga). “Aquí estoy, Señor, envíame
.”

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