Friday, January 05, 2007

 
AVERIGUAR CUIDADOSAMENTE (Mt 2:1-12)


Hoy celebramos “la epifanía del Señor”, lo hemos convertido en “el día de reyes”. Para la tradición griega-ortodoxa, hoy es navidad, hoy se “manifiesta” al mundo entero el amor de Dios encarnado. ¿Qué mismo celebramos? Veamos qué nos dice el texto de Mateo.

Hay dos personajes centrales en las lecturas de hoy: el rey Herodes, poder político de entonces, y el niño Jesús, a quien unos sabios, magos del extremo oriente lo veneran como el Rey, poder espiritual- real de todos los tiempos. Lo principal lo hemos convertido en secundario, para nosotros a través del folklore, el consumo y el mercado lo que importa son los trajes, los animales, los magos, los disfraces, los regalos. Pero esta realidad a su vez nos recuerda que lo esencial de hoy, lo que debe ser la preocupación de toda sociedad para construir un futuro sustentable y feliz, como un presente sano y justo: los niños y su felicidad solemos olvidarlo con frecuencia, son los abandonados, los más necesitados. El personaje principal para muchos sigue siendo el que tiene poder, el prestigio, la técnica y la ciencia, pero nada de eso nos ha hecho felices ni sanos. Esta facilidad que tenemos los humanos de invertir los valores es una oportunidad en la fiesta litúrgica de hoy, de convertirlos a la realidad profunda que expresa el deseo de Dios

“AVERIGUAR CUIDADOSAMENTE”, irónicamente, a mi modo de ver, es el mensaje central de las lecturas de hoy. Es ironía, pues el consejo nos lo da el rey Herodes, quien siente envidia de alguien que le hace sombra, ya al nacer, quien ha demostrado de lo que es capaz el ser humano por conservarse en el poder, por creerse más que los demás. Su consejo es muy sabio, muy real y necesario, el creyente debe “averiguar cuidadosamente” las raíces de su fe, la historia que se le narra, el fundamento de la misma. Los relatos mezcla de ficción e historia nos llevan a la realidad profunda de nuestras convicciones: el amor de Dios se manifiesta en un Niño, ese niño que lo reconocemos divino, después de mucha historia, después de su pasión, muerte y resurrección, es la expresión del amor de Dios. He allí la inversión de valores, los humanos esperamos que el poder de Dios se manifieste en lo grande. Dios nos muestra que su poder se manifiesta en lo pequeño, lo humilde, en el afecto y la ternura.

“AVERIGUAR CUIDADOSAMENTE” las formas en que nuestra fe se expresa, sus símbolos, su lenguaje son medios que nos revelan otra realidad, nos llevan a la profundidad de la existencia, que a la vez requieren actualización, reformulación, pero sobre todo convicción y vida. La estrella que todos deseamos que ilumine nuestro caminar, es la Palabra de Dios hecha carne, los magos que unos llaman reyes, otros sabios, son los hombres que vienen de distintas partes del mundo como expresión de la universalidad del amor, hoy más que nunca presente en las distintas religiones que nos hablan, a su manera, del Dios vivo y verdadero. Nuestra fe se muestra en el diálogo, en el respeto y en el reconocimiento del fin último al que todos estamos llamados, desde diferentes caminos. El símbolo sigue dando qué pensar, el oro no solo es realeza, es la necesidad de hacer un uso adecuado de las riquezas de la humanidad y del planeta; el incienso expresa una trascendencia que se une a nuestra inmanencia, y la mirra expresa la radicalidad del amor universal: el sufrimiento y la muerte. Nuestra fe es real, nada ingenua. Averiguar cuidadosamente nos invita a ponernos en camino, no quedarnos contemplando el cielo, sino buscar caminos que hagan posible aquello que expresa y anhela nuestra fe, nuestra historia, “regresaron a su tierra por otro camino”.

La epifanía, manifestación de Dios que recordamos será vivida a profundidad si logramos reconocer la verdad de este amor en la cotidianidad de la vida, a través (día-fanía), de las múltiples manifestaciones del amor divino, muy distinto del ego humano: “una mujer casada dijo a sus amigas: cuando mi marido me contempla me siento más noble que cuando me miro en un espejo. Percibo un enorme potencial en mí. Su marido agregó: cuando experimento la mirada amorosa de mi esposa, siento un crecimiento interior que está ausente cuando me miro al espejo”. El amor de Dios se manifiesta en el niño Jesús, reflejo y esperanza de nuestra humanidad. Contemplemos y dejémonos contemplar por el amor. Que así sea
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