Thursday, December 21, 2006

 
¡SALTAR DE GOZO!
¿DESEO CRECER EN PLENITUD?

4D. Adv. Lc 1:39-45: “El niño saltó de gozo en su seno”. .

Llegamos al final del adviento, tiempo de preparación para la navidad, tiempo de deseos. Hemos deseado aligerar-liberar el corazón (1D), salvarnos (2d), ser buena noticia (3d) y ahora ¿deseamos crecer en plenitud? Poner este sentimiento en forma de pregunta no es retórica, sino inquietud profunda. Inquieta ver cómo lo esencial está lejos de ser noticia, vivimos en lo accidental. ¿Quién no desea la paz? Sin embargo, vivimos en medio de guerras, conflictos sociales. ¿Quién no desea el amor? Pero vivimos el desamor. Para muchos la frustración, el pesimismo, el desánimo son los primeros sentimientos que se nos vienen al levantarnos, lejos quedó el coraje de vivir la alegría por existir, el gozo de ser.

El evangelio de hoy nos narra la visita que hace María, que recién aceptaba colaborar con Dios en su plan de liberación-salvación de la humanidad, a su prima Isabel, quien estaba en cinta de Juan, el Bautista. Si algo caracteriza este encuentro es el gozo de dos mujeres, de dos campesinas, de dos madres, de dos creyentes, de dos generaciones distintas. Veamos.

Dos madres, María joven acaba de decir sí al Señor, para ser la Madre de Jesús, el Mesías, el liberador. Isabel, ya mayor es bendecida con un hijo, su esposo Zacarías, incrédulo, no podía ni hablar ante semejante milagro de amor. El diálogo entre generaciones es posible, no solo deseable. La maternidad es un gozo, una buena noticia, cada vez más lejana, cada vez más complicada. No es lo mismo sentir el gozo por tocar una barriguita donde se percibe el salto de un ser vivo, que tocar una probeta, alquilar un útero, importar niños sin escrúpulos. O, lo que hoy predonima, el no tocar, pues, es mejor aniquilar, para qué traer al mundo seres que sufrirán y no hay cómo alimentar, educar; o solo los toca la madre, ya que no se sabe quién es el padre, o al revés. ¿Qué forma distintas de amar?
Dos mujeres cumplen un rol esencial en esta historia de amor, salvación. ¿Los hombres? ¿los protagonistas? ¿dónde quedaron? El verdadero protagonismo lo tiene el Señor. Ningún proyecto histórico será posible sin la igualdad ni la libertad. La tan deseada equidad de género, justa y necesaria, será posible cuando sepamos encontrarnos cara a cara, reconocer nuestras falencias y posibilidades como lo hacen estas dos mujeres, del campo, “de una región montañosa”, qué sencillos son los planes del Creador, qué complicados que somos los humanos que alejamos la sencillez del Amor y preferimos la pompa, las coronas, los títulos de nobleza, las fórmulas extrañas para reconocer cómo actúa Dios ¿qué paradójico?
Dos creyentes: Las dos son felices, benditas, porque han creído. Las dos nos enseñan cómo creer. No es lo mismo engendrar un ser en nueve meses, que engendrar la fe en un creyente toda la vida. Son benditas porque han creído que el Amor y el gozo es posible, que el hombre y la mujer pueden experimentar a Dios, y esto nos inspira el deseo de luchar, de colaborar en un proyecto universal, para todos y todas, pero desde la verdad de lo pequeño, humilde y cotidiano. Entonces el deseo producirá sus frutos, creceremos en plenitud. Desear gozar, es mucho más que pasar un momento de placer, es apostar por una existencia con sentido, donde la dureza de lo real no aplasta el ansia de humanidad que produce un encuentro, porque el Dios mayor se hace presente en lo pequeño. María e Isabel, nos enseñan que se puede vivir de fe, y el creyente es un hombre y mujer con sentido, feliz. ¿Creemos?

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