Friday, December 08, 2006

 
¿DESEO SALVAR-ME y/o SALVAR-NOS?

2.D Adv. Lc: 3: 1-6: “Verán todos la Salvación de Dios”.

SALVACIÓN. Estamos ante una de las palabras claves del cristianismo. Lo recordamos cada adviento, Jesús viene a “salvarnos”, y en Semana Santa decimos: Jesús nos Salvó. La pregunta del racionalista, y con razón, es de qué. La respuesta, verdadera, del creyente: de nuestros pecados. La observación del indiferente o el indeciso que ve y oye, nuestro decir y hacer religioso, entonces pregunta, ¿por qué siguen pecando los creyentes? Y de qué salvación hablan cuando la gran mayoría de personas en el mundo viven mal, apenas con un dólar diario, el 2% de la población en el mundo, tienen más de la mitad de los bienes del planeta. ¿Ese es el deseo de Dios? Y no hablemos de las guerras, el narcotráfico, la migración, las enfermedades, etc. Parece que mucha gente cree que salvación es esperar que alguien venga a solucionar tus problemas y, ¿dónde quedan tus cualidades, tu responsabilidad? Adviento es un tiempo propicio para desear profundizar en las verdades de nuestra fe y arraigarnos en el amor-verdad. Salvación es una de las palabras claves, que como el amor, la justicia, la libertad, podrán ser prostituidas por nuestro egoísmo e intereses, pero que revelan el misterio de la existencia que nunca prescindirá de ellas y siempre requerirán nuestras respuestas, su dinamismo evolutivo avanza lentamente y por tropiezos, pero avanza, son reales. Cuando un creyente anuncia la salvación de Dios, es porque ya la ha experimentado, cuando profetiza una esperanza, es que ya la ha visualizado. El Dios que nos creó, es el mismo que ya nos salvó y nos quiere seguir salvando. En el medio está la libertad y la historia.

LA SALVACIÓN ES HISTÓRICA, no puede ser de otra manera. La historia no es, como el teólogo uruguayo Juan Luis Segundo criticaba cuando la aprendió en la escuela: “la sucesión de sucesos sucedidos sucesivamente”. La historia es el espacio en donde el ser humano como individuo y sociedad desarrollan sus creatividades y deciden darle un sentido (o, encontrarlo), por ello la persona que lucha por su felicidad y los pueblos que aspiran al desarrollo integral son actores, protagonista de la misma porque marcan horizontes (o, porque visualizaron el horizonte) Esta es la experiencia del hombre y mujer de la Biblia. Cuando Lucas nos presenta en el evangelio de hoy la figura de Juan el Bautista, cita los nombres de los que ejercían el poder político y religioso de aquel entonces. Es decir, el anuncio cristiano se encarna en una realidad concreta. Y luego, nos dice Lucas, que Juan comenzó a predicar, y hace una cita del Antiguo Testamento, del libro de Isaías 40:3-5. Dios desea que todos vean su salvación. Esta esperanza es tan antigua, se conecta a los deseos, angustias, necesidades de hombres y mujeres concretos, y es tan verdadera, mucho tiempo después, cada adviento y navidad la deseamos, hoy la necesitamos, si no es efectiva, la culpa no es de Dios… ¿si no?

LA HISTORIA SE SIGUE CONSTRUYENDO. La esperanza se muestra en el camino. El texto lo dice claramente, preparen el camino, allanen los montes, que los valles se eleven... Si aprovechas este tiempo para purificar tus deseos y aclarar tus ideas, podrás visualizar la salvación como liberación, como la participación en un proyecto creativo, real y universal. Ojala que Dios no permita, como decía un regalo que me enviaron: “que no pierda el idealismo, ni el romanticismo, aún sabiendo que las rosas no hablan. Que no pierda el brillo de la mirada, a pesar que la noche sea oscura e ingrata. Y que no pierda el deseo de dar esperanza y alegría que me ayudará a transformar la realidad. La vida es construida en los sueños y concretada en el amor”. La salvación se dio. La historia continúa, no solo hay que recorrer el camino, hoy hay que rehacerlo.

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