Friday, November 10, 2006

 

¿QUIEN DA MÁS? PERO, DE QUÉ

¿QUIÉN DA MÁS?... PERO DE QUÉ

XXXII T.O: “La pobre viuda dio todo lo que tenía para vivir”.
El P. Jorge Peláez sj, Vicerrector Académico de la Universidad Javeriana de Cali-Colombia hace una comparación respecto al evangelio de hoy: “Cuando uno visita las espléndidas instalaciones de las universidades norteamericanas, observa que muchos de los edificios llevan los nombres de quienes los han donado. Se trata de exalumnos exitosos que agradecen a su Alma Mater la formación que les dio. La liturgia de hoy centra su atención en dos mujeres donantes, pero de un perfil muy particular. Ellas no aportaron, como lo hacen los exalumnos norteamericanos, millones de dólares; la viuda de la primera lectura regaló un pan al profeta Elías; la viuda del evangelio depositó dos monedas en la alcancía del templo de Jerusalén. Dieron, no lo que les sobraba, sino que se desprendieron de algo que les era absolutamente necesario”.
Las consecuencias éticas de la predicación de Jesús son claras y necesarias, pero para él no es lo esencial, es consecuencia. Lo esencial está en otro lado. Lamentablemente manipulamos, suavizamos, disminuimos el poder del evangelio ante el apremio de nuestras necesidades. En la primera parte del evangelio de hoy, Jesús critica, para variar, a los “escribas”, los expertos religiosos en la ley de Dios, nos previene que nos cuidemos de su ambición, de su exhibicionismo, de su sabiduría, de la explotación que hacen de las viudas de aquel entonces. La segunda parte del evangelio resalta, por contraste el valor religioso del donativo de una pobre viuda. El que tiene el poder de explicar el mensaje de Dios es criticado por Jesús, y la que no tiene ningún poder es alabada por la forma de dar, no solo por dar. Hoy más que nunca Jesús exige discernir los medios con que evangelizamos, la forma como queremos entregar el mensaje liberador de hermandad.
Hoy muchas congregaciones religiosas, conferencias episcopales, parroquias y agentes de pastoral nos parecemos más a una ONG que desean resolver los problemas sociales y políticos involucrándose en el mercado financiero para “la sostenibilidad” de sus obras y servir mejor a los pobres, pero pagando a los técnicos unos sueldos que superan la media de los trabajadores del lugar. Se fortalecen las instituciones, y se invisibiliza el contacto personal, las relaciones de hermandad, hay que ser eficaces y eficientes para poder ayudar con impacto. ¿En dónde está la credibilidad de nuestro mensaje cristiano? Se exige el sacrificio de profesores mal pagados, pero no el de los técnicos ni consultores de todo tipo. Los escribas de hoy, léase religiosos (sas), sacerdotes, seguimos resaltando la labor y los donativos de nuestros grandes bienhechores, sin los cuales nuestras obras no se sostendrían, muy pocas viudas pobres son recordadas o sentadas en el lugar que les corresponde. Buscamos acercarnos a quien puede darnos más, a veces predicamos, exigiendo que nos den más. La palabra de Dios sigue interpelándonos, la clave de hoy está en comprender la mirada de Jesús: qué miró en el escriba que le provocó tales críticas y qué miró en la viuda que ocasionó tales alabanzas: ¿qué es lo que debemos dar?
La mirada de Jesús penetra la mente: qué mismo pensamos cuando hacemos algo, y va al corazón qué mismo pedimos, deseamos y debemos dar. La pobre viuda representa la esperanza de los creyentes, ella dio todo lo que tenía porque confiaba en su Dios, pues como decía san Agustín: “Esperar a Dios, significa tenerlo”. Amén.  

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