Sunday, August 26, 2007

 
¿CUÁNTOS SE SALVARÁN O CÓMO SALVARNOS? Lc 13.22-30 (XXI. T.O)
¡Cómo somos los humanos! La preguntan que le hacen a Jesús hoy se parece a muchas de aquellas preguntas que solemos catalogar de ¿superficiales? ¿egoístas? o simplemente desubicadas, preguntar por la cantidad para muchos es más importante que vivir en la calidad de la fe. Una fe radical, que conlleva saber reconocer al Señor en el día a día, en las pequeñas cosas de la vida ordinaria, y eso es lo que escandaliza a quienes creen que solo en lo majestuoso, grandioso o rimbombante se puede encontrar a Dios: ¡apártense de mí…No sé quiénes son ustedes! Algo parecido le pasó a un famoso a-teo, no creyente quien cayó en un precipicio, mientras caía pudo agarrarse a una rama de un pequeño árbol, quedando suspendido a unos trescientos metros de las rocas del fondo… Entonces gritó: ¡DIOS!, con todas sus fuerzas. Pero sólo respondió el silencio. –Volvió a gritar: si existes, sálvame y te prometo que creeré y enseñaré a otros a creer-. De pronto una Voz habló: Eso es lo que dicen todos los que están en apuros. –No, Dios, respondió el hombre, ahora un poco más esperanzado: Yo no soy como los demás. No ves, he empezado a creer en ti…ahora solo tienes que salvarme y proclamaré tu nombre por toda la tierra-. De acuerdo, dijo la Voz: te salvaré, pero suelta la rama. -¿Soltar la rama?- gimió el pobre hombre. ¿Crees que estoy loco?
LA PUERTA ESTRECHA: Hoy Jesús nos invita a pensar la salvación como atravesar la puerta estrecha. Pero para atravesar la puerta, primero hay que recorrer el camino y reconocer al Señor en el camino, este pequeño detalle es el que normalmente se nos olvida a las personas piadosas, a quienes hemos heredado un cristianismo por tradición y hemos recibido todos los certificados que nos garantizan una pertenencia meramente sociológica a un grupo religioso, pero no la vivencia y la certeza que la salvación significa simplemente conocer, reconocer y practicar el Amor de Dios revelado en Jesucristo. La puerta estrecha es una mala comparación para quienes viven ampliamente un cristianismo descomprometido con los problemas sociales, con la aplastante miseria en que vive la mayoría. La puerta estrecha no significa que entrarán pocos. El Señor quiere que entren muchos, y estos vendrán de todas partes, de oriente y occidente, del norte y del sur. Muchos, distinto al privilegio de unos pocos que puedan tocar, pues los últimos serán los primeros y los primeros los últimos. Lo importante no es la puerta estrecha, sino lo que hay al atravesar la puerta, lo que hay al final del camino, y es el banquete del Reino que nos invita participar el Señor, como símbolo de lo que es la salvación: la felicidad verdadera en donde gozaremos de la presencia del Señor y en donde nos reuniremos en torno a sus mesas todos los hombres y mujeres que lo reconozcamos.

LA PARADOJA CRISTIANA: La salvación no es producto de nuestro esfuerzo y obras, es un don gratuito, pero sin esfuerzo ni obras no hay salvación. La salvación no es una práctica de ritos ni leyes, no es cuestión cultual, pero el culto expresa bellamente lo que es la salvación cuando nos sentamos todos en la mesa a dar gracias al Padre común. Amén.

Sunday, August 19, 2007

 
"NO HE VENIDO A TRAER LA PAZ." Lc 12: 49-53


CONTRASTES: en navidad y epifanía es hermoso, emocionante escuchar el mensaje que al mismo tiempo son nuestros anhelos: noche de paz, noche de amor. “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad.” Cuántas veces hemos escuchado a Jesús ofrecer la otra mejilla, guardar la espada, amar a los enemigos. La buena nueva del mensaje cristiano está llena de Paz y esperanza. Pero hoy, cerca de Jerusalén, el lugar de la pasión, se nos presenta las emociones más profundas de Jesús. El mismo personaje de la navidad, hoy, en la vida diaria nos interpela por nuestra comodidad, o por nuestra facilidad de cambiar, endulzar el mensaje cristiano: NO HE VENIDO A TRAER PAZ, SINO LA DIVISIÓN. ¡CÓMO DESEO QUE ARDA!

¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE AMAMOS? Para comprender a Jesús nos puede ayudar esta historia sencilla de una pregunta que todos anhelamos. Le preguntaron un día al maestro: ¿cómo se puede encontrar a Dios en la acción?
Y el maestro respondió: Amando la acción incondicionalmente, con independencia del fruto que pueda producir. Al ver que esto resultaba un tanto oscuro para los discípulos, les contó el caso de aquel hombre que compró un cuadro por un millón de dólares e hizo enmarcar la factura.
Lo que realmente amaba no era el arte, dijo el Maestro, sino el prestigio.

LA ALTERNATIVA CRISTIANA. Ser cristiano no puede ser una simple tradición, lo soy porque me bautizaron de pequeño sin mi permiso. Ser cristiano es una opción, decido ser y seguir a Cristo, no como un héroe un extraterrestre sino como el modelo humano de ser más y mejor, como el amor incondicional de Dios que se hace hombre para manifestarnos el camino a la vida verdadera. Por ello, el evangelio de hoy nos debe invitar a pensar ¿realmente, qué es lo que amamos? Pues si decimos que amamos a Jesús y nos quedamos contentos con el mundo tal cual como está. Estamos lejos del cristianismo auténtico. Hoy se nos recuerda que la verdadera paz no es una ilusión, no es la paz a cualquier precio es la paz que armoniza los contrarios que sabe vivir en la tensión de las realidades cotidianas en donde se juegan los verdaderos valores. La paz es fruto de la justicia, para que haya paz tiene que haber justicia. También hoy se nos recuerda que el mero hecho de bautizarnos no nos garantiza la identidad cristiana, esta se juega en nuestras pasiones, emociones e ideales y como Jesús, que lleno de pasión deseaba que arda ya lo que en el bautizo se proclama: que seamos de verdad hijos e hijas de Dios, padre y madre común de todos y todas. Para ello, hay que proclamar abiertamente el Reino de Dios y su justicia. Por lo tanto la alternativa cristiana es: O ser fieles a Cristo O encerrarnos en nuestros miedos o egoísmo. O vivir un cristianismo auténtico. O endulzar el mensaje cristiano para tapar nuestros miedos o miserias. ¿qué es lo que realmente amamos El Dios de Jesús o el Dios que me invento? No hay identidad sin misión. Amén.

Sunday, August 12, 2007

 
PARA VIVIR HAY QUE ESTAR DESPIERTOS. Lc 12:32-48. D. XIX. T.O

La semana pasada nos preguntábamos qué es la vida a la luz de las enseñanzas de Jesús. Hoy el evangelio nos da unos consejos para vivir sabiamente, para vivir con sentido en el aquí y ahora que nos ha tocado existir. Apuntando al final: es decir, saber dónde ponemos el corazón, no ponerlo en la codicia, sino en la confianza de un Dios que no nos abandonará: no temas rebañito mío. El Señor nos señala la estrategia eficaz de no olvidarnos del presente, de no vivir angustiados por el pasado ni por el futuro, viviendo el presente, no solo debemos encontrarnos con el Señor, sino gozar del Señor, “porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino.” Para ello debemos vivir responsablemente.

Sin embargo, la gran mayoría vive atemorizada por el futuro: ¿Qué será de nosotros? ¿cómo pagar mis deudas? ¿cómo tener más? O angustiada por el pasado: ¡perdí el tren, el avión, el bus! ¡Mis padres me dieron lo mejor y yo qué! La gran mayoría vive mecánicamente, llenos de prejuicios, deprimidos, marionetas de las circunstancias, controladas a distancia: celulares, ciberespacio, etc. Hoy Jesús nos invita a estar despiertos, vigilantes, a ser uno mismo, a estar vivos, a vivir el presente y a disfrutarlo, para ello nos hace pensar comparándonos con tres tipos distintos de personas, que nuestra sociedad fácil a poner etiquetas los llama clases de seres humanos: ser como los criados, prontos a servir a su amo. Ser como los amos vigilantes a cuidar sus bienes, y a sorprender a sus sirvientes. Ser como los administradores astutos, eficaces y eficientes por ser fieles y prudentes, cumplen con su deber esté o no esté el jefe.
Vivir despiertos o vigilantes es saber estar vivos. Y estar vivos es ser uno mismo, ser ahora y estar aquí (Tonny de Mello, sj). Es como el hijo de un gran maestro que ante el comentario que le hicieron: usted es muy distinto que su padre, respondió, al contrario, soy exactamente igual que mi padre, mi padre nunca imitaba a nadie, yo no imito a nadie. Estar vivo es ser único, desprenderse de las voces ajenas y del control remoto. Ser ahora significa desprenderse del pasado y del futuro como angustia y vivir el presente como don. No ser como los turistas que apenas llegan al sitio deseado ya planean su regreso. Poco disfrutan. Desprenderse de la cultura del mañana: mañana seré feliz, seré otro. ¡No! Es ahora. La vida no es una idea. Dios no es una idea. La vida es experiencia. Dios es experimentable. Mucha gente preguntaba al gurú ¿cómo consiguió la iluminación? Este respondió, cuando como, como, cuando miro, miro, cuando escucho, escucho.
Jesús no es un simple filósofo vitalista, estoico, existencialista o fenomenólogo, cualquier etiqueta que queramos poner. Jesús se revela como “el Hijo del Hombre,” quien nos muestra la grandeza de lo pequeño, el ser humano puede ser siervo, amo o administrador. Como la inmensidad del amor de Dios, pues ese siervo, amo o administrador es el mismo Jesús que nos ha manifestado de muchas maneras que Dios nos quiere: rebañito mío, nos dijo al inicio. Nosotros nos quedamos en la idea de rebaño y no en el cariño del pastor.

 
¿QUÉ ES LA VIDA? Lc 12:13-21. D. XVIII. T.O

LO QUE NO ES. Las lecturas de hoy nos interpelan sobre el sentido de la vida, y para ello nos aclaran que la vida no es solo trabajar, eso es vana ilusión (Eclesiastés). Luego nos recuerdan que el tiempo pasa, y rápido. Pero, la vida no es un marchitarse (salmo 89). Y el evangelio nos remata cuando nos advierte: “no está la vida en el poseer ni en el acumular.” Claro, pero qué poco caso hacemos, y seguimos viviendo de tumbo en tumbo, malgastando lo mejor que se nos ha dado: la vida, pero aún no sabemos vivir a plenitud.

PARA VIVIR HAY QUE MORIR. Esta verdad no ha estado de moda nunca. A ninguno nos gusta pensar en la muerte, no queremos, nos aterra. Jesús nos advierte sobre el peligro de la codicia. Jesús no es un iluso ni un ingenuo, él sabe lo que hay en el corazón humano, sabe de sus posibilidades como de sus miserias; se da tiempo para que en medio de una multitud, atender la pregunta de uno de los presentes. ¡Las delicadezas del Señor! Pero quiere que todos lo tengamos claro: la vida no está en el poseer. ¿Qué poco caso hacemos? Y la ambición por el dinero, el tener, la fama, el poseer, autos, propiedades es un deseo de todo ser humano. ¿Para qué tanta fatiga? Por ello nos invita a pensar en profundidad y a largo plazo y nos cuenta la parábola del “rico insensato,” “necio o tonto,” quien en diálogo consigo mismo, propio de quien niega la realidad, ni el menor respeto o cariño por los demás, ensimismado en sus pensamientos se pregunta: ¿cómo podré almacenar más mis cosechas? La pobreza de millones de personas que no tienen lo mínimo para vivir, no forman parte de sus sentimientos ni pensamientos. El Señor va al grano: ¡INSENSATO! Cuando no estúpido, en algunas traducciones. “Esta misma noche vas a morir ¿Para quién serán todos tus bienes?” El preguntarse por la muerte no es amargarse la vida, todo lo contrario es aprender a vivir en la tensión del don recibido y de la tarea encomendada. Estamos en este mundo para realizarnos plenamente, combinando, trabajo y descanso, éxitos y fracasos. La muerte nos recuerda la relatividad de nuestra existencia y el llamado del amor. Dios nos quiere para la eternidad, pero libres y realizados. La muerte es el momento oportuno de ese encuentro. Muchos prefieren ser como el “cicatero” (el codicioso, el tacaño) que en la juventud, gastó su salud buscando riquezas, y en la plenitud gastó sus riquezas buscando salud. Y ahora sin riquezas ni salud, ahí va el cicatero en un ataúd.
TODO DEPENDERÁ DE MI VISIÓN Y ACTITUD: Si logro ver el fin de mi vida, y tener la actitud adecuada, podré vivir a plenitud. Tres hombres, picapedreros realizaban el mismo trabajo por el mismo salario. Al preguntarles por separado para qué lo hacían. Uno respondió pues, para cumplir con lo que hay que hacer y tener un maldito sueldo que no alcanza para nada. Otro dijo, no queda otra, no hay más trabajo, prefiero esto antes que nada. El tercero dijo para poder colaborar en la construcción de una linda catedral y que la ciudad se vea más bonita, y habré colaborado en un bien mayor. ¿CUÁL ES TU ACTITUD ANTE LA VIDA? ¿PARA QUÉ SIRVE LA VIDA QUE HAS RECIBIDO Y CONSTRUIDO?

 
ORAR ES PEDIR-BUSCAR-TOCAR. Lc 11: 1-13. D. XVII
DIFICULTADES: Es común en escuchar a creyentes de gran corazón, de constante asistencia a misa, etc. La gran dificultad que tienen para orar. Para muchos es una odisea. Otros creen saber con gran certeza, y lo que hacen es pedir, pedir sin gozar ni cambiar la vida. Lo cierto es que lo más importante en la vida de fe, suele ser un problema, un privilegio o lo menos practicado en la cotidianidad de nuestras vidas. Esta dificultad hace que reflexionemos sobre cómo creemos que podemos sostenernos en esta existencia nada fácil, a la vez que maravillosa. La dificultad es termómetro de calidad, medirá nuestra capacidad de superación, nuestro coraje.

¿Qué? ¿Cómo? Y ¿Por qué Orar? Las lecturas de hoy son un tratado de oración. Alguno llama un taller de oración. Comienza el evangelio mostrándonos que Jesús, el Hijo de Dios, Dios y hombre verdadero, oraba, como de costumbre. Es interesante cómo el evangelio de Lucas es el que más veces nos muestra a Jesús orando, y comiendo. Lo más sagrado y lo más profano, Jesús lo practicaba como algo natural y esencial para su existencia. La vida integral. ¿Qué es orar? Muchas definiciones nos han dado los santos, los místicos, etc. Hoy Jesús nos enseña que orar no es solo hablarle a Dios, sino hablar con Dios, como un amigo habla con otro amigo (Abraham en la primera lectura intercediendo por Sodoma y Gomorra), “El amigo inoportuno,” en el evangelio. Y qué es lo que tenemos que orar eso es lo que muchos no lo tienen claro, pues si el mismo Señor nos enseña que hay que pedir lo elemental, aquello que necesitamos para vivir: pan, perdón y libertad, muchos se quedan en lo primero, y no llegan a lo primordial, a la fuente. Hoy nos lo muestra con claridad ¿qué es lo que necesariamente debemos pedir? ¿Cómo orar? El evangelio nos enseña que Jesús estaba solo, apartado, al mismo tiempo abierto, visible, los discípulos lo encuentra y enseña los deseos, las actitudes y las peticiones que un creyente necesita para vivir en plenitud. Pero hoy me inquieta el preguntar ¿Por qué oraba Jesús? ¿Por qué tenía necesidad de orar, si era Dios, el Hijo de Dios, el Mesías, si lo podía todo? La única respuesta que encuentro es que el poder y eficacia de Jesús estaba en el amor al Padre, y amar es comunicar, dialogar desde lo más íntimo. Y quien no mantiene esa relación con la fuente perece, no da vida.
Las ACTITUDES PRIMORDIALES: La revolución de Jesús no fue que destruyó lo antiguo para hacer surgir algo totalmente nuevo, sino que profundizó en lo antiguo para hacer surgir lo nuevo. Todas las religiones oraban a Dios, pero Jesús nos enseñó a llamarlo Padre y Nuestro, en plural. El Dios se hizo cercano, lo lejano se pudo tocar, porque se buscó y pidió. Por ello, la CONFIANZA no es ingenua, ni irrealista, se basa en la perseverante búsqueda, en la insistencia inoportuna y en tocar lo esencial de la vida que no será solo el pan, el perdón o la libertad, sino el don del Espíritu, la posibilidad real de tocar lo invisible, de encontrar lo inesperado. Un amor concreto de quien sabe que siendo malo no da piedra en vez de pan, culebra en vez de pez o escorpión en vez de huevo, sino que somos capaces de lo mayor, del mismo Dios.
LA ORACIÓN DEL ALFABETO: un campesino muy sencillo le tocó su hora de hacer oración. Se había olvidado su libro, que el misionero le había regalado con las fórmulas de la oración eficaz. El campesino dijo: ¡Señor, como no tengo mi libro eficaz, te rezo el alfabeto tres veces y forma tú las peticiones que veas conveniente¡ El Señor, Dios, comentó con sus ángeles. Esto sí que es eficaz.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?